Los productos denominados “de quinta gama” son aquellos que ya han sido cocinados y envasados, tratándose en la mayoría de los casos de productos ya listos para su consumo. Aunque parezca que hablamos de precocinados, no son lo mismo, ya que no tanto el proceso de elaboración como el resultado final es distinto.
Para que pueda considerarse quinta gama las elaboraciones deben seguir métodos tradicionales pero incorporando métodos punteros como esterilización o pasteurización que alargan la vida útil del producto conservando sus propiedades.
¿Qué son las gamas de alimentos?
Primera gama.
Son productos frescos que no han sido sometidos a ningún tratamiento como, por ejemplo, frutas, verduras, carne, pescado, huevos, legumbres secas o cereales. Mantienen, por tanto, conservan todas las propiedades organolépticas (color, olor y sabor) y nutritivas del producto. Este tipo de alimentos son perecederos y deberemos guardarlos refrigerados (desde unas 48h para carne y pescado a una semana para frutas y verduras). También englobamos aquí productos lácteos como yogures y quesos.
Segunda gama.
Son alimentos que se han sometido a un proceso térmico y posteriormente se han envasado al vacío. Lo que comúnmente conocemos como conservas o semiconservas. Este proceso alarga su vida útil entre varios meses o incluso años ya que el proceso térmico reduce el crecimiento bacteriano. Este tipo de productos (a excepción de semiconservas de anchoas o boquerones en vinagre) se pueden almacenar en un lugar fresco y seco, no necesitando refrigeración. A la hora de comprar este tipo de productos es importante desechar envases hinchados, abombados, con golpes u óxido.
Dentro de este grupo podemos encontrar frutas en almíbar, salsas, mermeladas y confituras, legumbres cocidas y envasadas y conservas de pescado como atún en aceite o anchoas.
En nuestra web puedes encontrar una gran variedad de conservas, como estas:
Tercera gama.
Lo que conocemos como congelados. Son productos frescos que manipulamos levemente (lavar, desinfectar, pelar, cortar…) para congelarlos en bolsas o recipientes herméticos. Así, pasamos de una vida de menos de una semana a seis meses en el caso de carne y pescado y la verdura hasta un año.
Cuarta gama.
Son aquellos productos que, sometiéndose solo a procesos como lavar, pelar y cortar, y sin que se hayan cocinado de ninguna manera, se envasan al vacío o en atmósferas controladas. Un ejemplo de estos productos son las bolsas de ensalada que encontramos en el supermercado o de verduras peladas y cortadas. Este tipo de productos requiere refrigeración.
Quinta gama.
Son productos cocinados y sometidos a procesos que alargan su vida útil y que ayudan a la conservación de los nutrientes, el sabor y todas las propiedades del plato sin necesidad de usar conservantes artificiales. Podemos encontrar una gran variedad de productos de este tipo, los llamados precocinados, que van desde guisos a lasañas o pizzas pasando por tortillas de patata.
Dentro de esta gama de productos también se encuentran alimentos esterilizados o pasteurizados, que son procesos que ayudan a mejorar la seguridad alimentaria de los restaurantes, lo que los hace ideales para ellos.
Sexta gama.
Es la gama de más reciente creación. Son verduras u hortalizas que se han sometido a un proceso de liofilizado (deshidratar mediante congelación) y a la vez se les ha cambiado su textura original.
Alimentos de quinta gama en restaurantes.
Aunque mayoritariamente los restaurantes usan primera y cuarta gama, actualmente están incluyendo productos de quinta gama para agilizar los procesos y los tiempos de espera de los clientes. Como hemos dicho, los productos de quinta gama se cocinan siguiendo técnicas tradicionales y, con el producto ya terminado, se someten a procesos de última generación que garantizarán que mantendrán todas sus cualidades organolépticas. De esta forma los chefs solo tienen que darle el último toque de cocción junto con su sazón particular. Este es el secreto de porqué puedes tener en tu mesa un arroz sólo 15 minutos después de haberlo pedido.
Características de los alimentos de quinta gama.
Rapidez.
Tener casi todas (o todas) las preparaciones de un plato listas hará que un plato tarda mucho menos tiempo en llegar al cliente desde que éste lo pide. Esto también nos puede ayudar a aumentar la rotación de clientes del local, lo que redundará en mayores beneficios.
Seguridad alimentaria.
Los procesos a los que hay que someter los productos de quinta gama disminuyen las posibilidades de que “se echen a perder” y causen intoxicaciones alimentarias a nuestros clientes. También disminuye al mínimo el número de procesos a los que hay que someter a los alimentos, así como el número de personas que los manipularán, lo que disminuye drásticamente las posibilidades de que haya fallos en algún eslabón del proceso.
Menor gasto.
Las preparaciones de quinta gama nos permiten calcular con más exactitud cual es el coste del plato, así cómo los márgenes de beneficio que nos reporta cada plato de la carta. También, al ser más duraderos, se desperdician menos productos. Y, por último, también ahorraremos en personal, espacio de cocina y maquinaria.
Variedad de platos.
No tener que preparar nosotros mismos en el restaurante todas y cada una de las preparaciones que se necesitan para montar nuestros platos nos ayuda a poder ofrecer mayor oferta gastronómica, así como platos de mayor complejidad.